Serie de eventos desafortunados.

Resulta que a veces uno parece levantarse con el pie equivocado y entra a una serie interminable de eventos desafortunados. 

Todo comienza con la alegría de terminar una semana y tener todos los planes hechos para una noche genial, para que al salir de clases, de noche, uno pise la vereda y mientras cruza la calle... lo atropelle un ómnibus.

Mentira, para que empiece la tormenta. Lo divino es tener que caminar cuatro cuadras bajo esa tormenta, y esperar un bus en una parada sin techo. Pero más divino es subirse al bus y cuando sacás el boleto que justo se les rompa la máquina en tu turno. A todo esto, llegás a tu casa y la tormenta paró, entonces vuelven las ganas de salir, te preparás y te vas para lo de una amiga, te subís a otro bus y... TE ENCONTRÁS CON UNA MOTO ADENTRO... que no sólo ocupa 5 asientos, sino que bloquea el pasillo. Qué onda? Hacés maniobras para esquivarla y te bajás para que una ráfaga de viento te ataque con una lluvia de hojas. PRECIOSO. Entonces tenés una noche promedio, ni aburrido ni matadora, y después de hora y media de electrónica pesada te vienen las ganas de irte, y te vas en taxi... para qué? para olvidarte el celular en el móvil. Y claro, lo tenías en vibrador, entonces por más que llames nunca lo van a escuchar. Y aunque dejés un mensaje pidiendo por favor que lo devuelvan, la gente NO LO DEVUELVE. Pero no sos bobo, y agarrás y denunciás el chip y de paso LES BLOQUEAS EL APARATO, entonces por más que pongan otro chip, no va a funcionar. Hola, mundo tecnológico!

 Y cómo se termina la racha? Haciendo planes con una coneja cachetona que toma jugo tang, se viste con transparencias, tiene un espejo tirado en el cuarto y te deja rayarle los championes. Y por si fuera poco, cuando quiere comprar ropa, se termina comprando libros. Y es que bueno, no con cualquiera se puede ir a cuatro fiestas en una noche.

She's my lucky bunny.

Dato curioso: La palabra suerte viene del latín Sortís. Sortís es la extensión que tenías de tierra para trabajar. Entonces si te había tocado tierra fértil tenías buena suerte, es decir, una buena tierra.