Resulta que por todo esto del blog, la gente empieza a pensar que tengo una especie de obsesión por los conejos. La verdad es que el conejo no es mi animal favorito, y si bien, siempre tuve cosas relacionadas con ellos, nunca fui un seguidor fiel de ellos. Cuando era más chico era fanático de los dinosaurios, y cuando crecí me llamaba la atención más los animales marinos.
La cosa es que al principio cuando me preguntaban por qué conejos, yo respondía que me servían como una excusa para producir cosas (y mostrarlas; algo que me han criticado mucho, y un amigo en especial, es que siempre fui de hacer-hacer-hacer, pero siempre de manera excesivamente anónima; y si bien no está mal, todo lo que hacía empezaba en mí y moría en mí, cuando eran cosas que podrían trascender un poco más- y acá estoy hablando desde los dibujos, las fotos, los textos, los pegotines en los ómnibus, etc).
Conclusión, yo veía a los conejos como una excusa. Ni siquiera una razón. Siempre fui del tipo de personas que sabe que pueden hacer cosas, que cada tanto hacen, pero si no los presionan y empujan les es difícil encender los motores. Ojo, no se confundan con la ley del mínimo esfuerzo, porque eso nunca corrió conmigo. A lo que me refiero acá es que yo puedo hacer cosas grandes, siempre y cuando alguien me lo demande (que es un poco más fuerte a que me lo pidan).
¿Qué pasó? Después de haber recibido tantas veces la pregunta de por qué los conejos, y después de haberme lanzado ya por mi cuenta a mostrar todo lo que he estado mostrando acá, me di cuenta que ahora estoy haciendo todo desde otra perspectiva. Ya no veo a los conejos como una excusa, ahora son una MOTIVACIÓN para hacer todo esto y mostrarlo.
Es difícil llegar a este punto, pero es sumamente satisfactorio poder hacerlo. Es como ser egoista de una manera linda, porque es hacer cosas por y para uno, y a la vez, para los demás. Esto surge de mi, surge por mi, y surge, muy en el fondo, para mi también.
Así que bueno, espero empiecen la semana de manera productiva.